Ecos de mi ordenación

Yo realmente me he sorprendido cuando he visto este artículo del siempre valiente P. Aldo Trento. Esta vez de manera especial porque yo soy uno de los protagonistas del artículo que él ha escrito y me siento complentamente afectado: soy uno de los ordenados en la ceremonia que él menciona.

Agradezco al P. Trento que siempre nos apoyó y que siempre ha sido para todos los seminaristas de Ciudad del Este -aunque él nunca se haya imaginado- ejemplo de sacerdocio, de fuerza y de fe.



“Mientras muchos obispos y pastores sólo hablan… en Ciudad del Este, su obispo ordena diez nuevos sacerdotes.”

 
“Contra factum non valet argumentum”, afirmaban los latinos. Y es el milagro al cual muchos pudieron asistir el domingo 3 de octubre en la catedral de Ciudad del Este, cuando Monseñor Livieres Plano confirió el Orden presbiteral a diez diáconos (que se agregan a los 5 sacerdotes ya ordenados este año y otro que será ordenado el 9 de octubre, en su tierra natal de Haití). Éste es  más un hecho único que raro, si pensamos que hoy día en la diócesis más grande del mundo, la de Milán, escasamente se alcanza este número, cuando en los años 60’s el arzobispo de aquella metrópoli ordenaba alrededor de cien sacerdotes cada año.
 
Lo de Ciudad del Este es una novedad absoluta en el Paraguay, en estas últimas décadas y, quizás, único en la historia de nuestro país. No tenemos datos, sin embargo, no creemos hubiese existido en el país una diócesis que haya tenido en un sólo año dieciséis nuevos sacerdotes. Todos conocemos a cuántas criticas y, a veces, acusaciones, ha sido objeto Monseñor Livieres. Sin embargo, los hechos, las piedras hablan. “Por los frutos se conoce el árbol”, afirmaba Jesús.
 
Nosotros, amigos desde siempre de Monseñor Livieres, nos alegramos infinitamente, agradeciendo al Señor una vez más, porque aunque es evidente que la vocación depende de Dios y de la libertad humana, el obispo es fundamental en esta decisión. Obispos santos, sacerdotes nuevos y santos. Y la santidad no es ser funcional a lo que piensa la mayoría, no es ni siquiera una gran capacidad pastoral y mucho menos, el protagonismo social o político ni el temperamento “buenista”, vai-vai que caracteriza a tantos pastores.
 
La santidad de un obispo coincide con la conciencia clara de la propia identidad bautismal y de la pasión que vive por Cristo, de su relación personal con Cristo, hecha de vida de oración, de meditación, de auténtica vida sacramental y de la comunión afectiva y efectiva, hasta el martirio, con el magisterio del Santo Padre, sin la cual un obispo no sólo no tiene ningún valor vinculante  en lo que enseña, sino que daña al rebaño puesto a su cuidado por la Iglesia.
 
Monseñor Livieres, un hombre de Dios que tiene un gran “sensus eclesiae”, tiene la bella satisfacción de ver hoy en su Iglesia particular quince nuevos sacerdotes destinados a cambiar el clima de aquella diócesis, porque el sacerdote en el silencio de su vida cotidiana, viviendo  quizás  en el monte, es el único punto de referencia auténtico para la gente que recurre a él en cualquier circunstancia.
 
Qué mejor forma de conmemorar el sexto aniversario episcopal de Monseñor Rogelio Livieres (fue nombrado Obispo diocesano por el Papa Juan Pablo II, el 12 de julio de 2004, y tomó posesión del cargo el 3 de octubre del mismo año) que celebrando esta ordenación sacerdotal.
 
Por eso, nos alegramos con Monseñor Livieres, por haber entendido, como ya afirmaba el gran filósofo y sacerdote, el beato Antonio Rosmini, que la primera preocupación de un obispo es el seminario. Ya en el siglo XIX, este santo cura filósofo individualizó como una de las cinco llagas de la Iglesia al distanciamiento de los obispos de sus seminaristas. ¿Cómo puede un obispo pensar en guiar una diócesis si, ante todo, no convive con sus seminaristas, no comparte la vida, los problemas, no es el protagonista de su formación? La primera preocupación de un obispo es el seminario, que tendría que ser la casa del obispo.
 
Pero, más allá de estas cuestiones que son fundamentales, hoy día el Paraguay goza de quince nuevos Ministros de la Eucaristía y de la Confesión. Nuestra responsabilidad es acompañarlos con la oración, con nuestro cariño, recomendándoselos a la Virgen para que los proteja. No será fácil para ellos la misión, también porque están rodeados de muchos curas que no han sido y no son precisamente un modelo de vida para ellos. Sin embargo, creemos que siendo fieles a su vocación, que no es otra que la de ser “alter Christus”, mediante una vida de oración, de meditación, fieles cada día al breviario, a la Santa Misa, al Santo Rosario, y bien anclados en la fidelidad al Papa y al obispo dentro, también, de los carismas de los Movimientos a los cuales  quizás  pertenezcan, serán ellos los verdaderos protagonistas del país.
 
Nuestro país está harto de los curas y obispos politiqueros, con permiso o sin él, y exige curas según el corazón de Cristo. ¡Qué bello! Después de tanto sufrimiento por lo acontecido en estos dos últimos años, finalmente el Espíritu Santo, mediante la Virgen, nos ha regalado dieciséis nuevos “alter Christus”.
 
E D I T O R I A L
Observador Semanal

Somos lo que somos

Verdaderamente vivimos la "dictadura del relativismo" donde siquiera sugerir la existencia de verdades absolutas e inmutables es ya considerado un ataque feroz a la nueva virtud social del "pluralismo".

Que no se le ocurra a nadie decir en voz alta cosas como: "Existe una verdad que no puede ser error al mismo tiempo y que es igual para todos" que ya sentirá la primera piedra llegándole inmediatamente. Y es que, como decía un formador mío, llegamos ya a estos niveles de delirio donde en nombre de la libertad -mal entendida obviamente- dejamos a cada uno pensar lo que quiera y como quiera aunque sea ridículo, irracional o -incluso- inmoral: "Déjale, pobrecito, que haga lo que quiere, si es que le gusta y le hace feliz". Catastrófico. En el futuro no podremos siquiera impedir a nuestros hijos que se suiciden porque esto sería obstruir su libertad.

Ahora en mi país (Paraguay) quieren y empujan la nueva ley del "matrimonio" homosexual, ante el cual -obviamente- yo siento verdadera de repugnancia intelectual pues, como conozco algo de latín, no me cabe la menor duda de que cuando escucho la palabra "matri", que viene de "mater", debo pensar en mujer o madre. No me cabe en la cabeza tener que llamarle "mamá" a alguien que me va a decir después: "Podés comprarme crema de barbear que hace días no me afeito". ¡Huy, mamá! Un hombre no puede ser madre, y el matrimonio necesita de una o no lo es.

Claro, esto me valdrá, como siempre, el calificativo de homofóbico -neologismo absurdo inventado por estos prójimos-, prejuicioso e intolerante. Pero debo decir que prefiero ser razonable y lógico antes que por pluralista ir contra las leyes de la recta razón y de la naturaleza.

No se hasta donde esto irá, y espero que no sea tan lejos, pero no creo que la factura que nos pase la naturaleza por este grave error sea muy barata. Nos la va a salir muy caro.

Si al menos algo podemos hacer es no quedar callados, sino alzar nuestras voces a como de lugar, y reaccionar a tiempo. No sea que una vez consumado el asalto a nuestras instituciones tradicionales que siempre demostraron su real enteresa y justicia, terminemos arrepintiéndonos de no haber hecho lo suficiente.

Y si hay que derramar sangre por la verdad, hay que hacerlo. ¿O acaso Cristo no se dejó crucificar porque en nombre de la verdad no pudo aceptar el "pluralismo" de que cada uno haga lo que quiera?

Lo que es es lo que es.

Les recomiendo para esta nota: somosfamiliasomosparaguay.blogspot.com

Hasta de tu propia sombra



Por su interés, publico un post enviado por Análisis y Actualidad donde describe una situación que se está viviendo en todo el mundo. Muy en especial en Paraguay y sobre todo en mi CIudad del Este, que es donde vivo. Creo que el autor tiene mucha razón: si nos unieramos todos, podríamos luchar y terminar venciendo esta enorme inseguridad que no nos deja vivir tranquilos.

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Algunos de los sabios consejos de la abuelita rezan así: hay que desconfiar hasta de nuestra propia sombra. Y no está de más recordar el consejo cuando la inseguridad, la violencia y los robos salen junto al sol cada mañana y muchos más junto a la luna cada noche. En algún país más, en otro menos.

La realidad fatídica de una sociedad corrupta, pese a ser un hecho de mucha “tradición” mundial, es ya justo que termine, y termine cuanto antes.

Es incomprensible que aún tengamos que vivir precaviéndonos de todo y desconfiando de todos, ahogados en una especie de delirio colectivo de persecución… Ya es un hábito sumamente arraigado en nuestra sociedad, que cada cambio de gobierno vayamos a votar eufóricamente seguros que “este es el candidato que cambiará nuestro país”… y, cambio tras cambio, las cosas parecen seguir igual…

¿No es injusto llegar al extremo de cuidarnos de todo al salir a la calle? Es ridículo que tengamos que vivir en una situación de salir arropados de miedo hasta para comprar una gaseosa en la tienda de la esquina.

La reciente frase del presidente de México Felipe Calderón (4 junio 2010): “cuando nos dividimos, a los mexicanos nos va mal”, es un portento de sabiduría… Los clásicos latinos dirían: “divide y vencerás”. En fin, la cosa es que unir fuerzas es un reto enorme, pero sumamente necesario para contrarrestar la inseguridad en nuestro mundo. No en vano dice el dicho que la unión hace la fuerza. Es como los dedos de la mano: sueltos son sumamente débiles, pero unidos, bien apretados… no hay cara que aguante un buen puñetazo…

Y todo esto para decir que urge unir fuerzas contra lo negativo de nuestro planeta, y que el no hacerlo es fuente de continuos y pesados problemas.

Sócrates, en el Fedón (89e), hace una reflexión sumamente interesante: “…que los buenos y los malos son muy pocos los unos y los otros, pero muchísimos los de en medio”. Es decir, que, por desgracia, los mediocres en el mundo somos mayoría… y ¿no es verdad que esto es así? ¿No son en realidad muy pocos los buenos que hacen algo en serio por cambiar la marcha del planeta? ¿No es cierto que los malvados son también un sector minúsculo de nuestro mundo que, sin embargo, hace mucho ruido?

Los “muchísimos del medio” seguramente tenemos buenísimas intenciones de ser mejores personas y dejar una profunda huella positiva en esta vida. Pero la realidad es que pasar esto a la práctica es casi un cuento de hadas. Pensemos: si esa mayoría se uniera, en serio, en la lucha por el bien… ¿cómo sería la sociedad hoy? ¿Acaso no quedaría aniquilado el mal que tanto odiamos? ¿No sería otro el rumbo del planeta?

Quién sabe… hasta el día de hoy no se ha hecho la prueba. Lo que sí queda claro es una cosa: si mañana todos “los de en medio” nos levantamos decididos a hacer frente al mal, unidos todos por ese ideal, entonces el mundo cambiaría notablemente.

Por lo menos sería un notable avance levantarnos sin temer a nuestra propia sombra…

La ignorancia estafa


He leido la entrada de un periodista en el sitio de Paraguay.com, portal de noticias en el país homónimo, y me quiero dar la libertad (que me concede el estilo blogger y que tango agrada a estos modernos descerebrados) de responder breve y escuetamente a tan desafilado post sobre las religiones. Mis respuestas irán entre lineas y en color rojo. El periodista se llama Diego Martínez, y es cronista de canal 13 y radio Cardinal.


Desde un buen tiempo atrás sigo religiosamente el programa televisivo: “Algo anda mal”, del canal 13, conducido por los periodistas Santiago González y Guillermo Grance.
Debo reconocer que la emisión del pasado miércoles me sedujo mucho más que las anteriores ediciones, razón por la que le dedico esta columna. El tema fue muy interesante y bien debatido, pese a las susceptibilidades que se pudieron haber tocado, debido a que este país tiene una alta población de creyentes.
>> ¿Y eso no significa nada? O sea que la gran mayoría de los pobladores de un país son creyentes, la gran mayoría de los espectadores del programa son creyentes y a los productores les importa un pomo ofenderlos con sus opiniones. Gracias por el respeto; es una virtud muy promovida en este tipo de ambientes.

Mientras veía la candente discusión entre ateos, escépticos, religiosos católicos y evangélicos, reafirmaba mis propias conclusiones sobre el tema que se debatía esa noche fría.
Los conductores plantearon sobre la mesa si los panelistas y televidentes creen en las curas milagrosas a través de la religión o consideran que son una estafa.
>> Lastimosamente -para ellos- esas tales curas existen. Sólo no las ven quien no quiere.  Hubieron un monton en todos los siglos y seguirán habiéndolas. Si alguno se equivoca por su conciencia errónea e ignorancia eso no significa que las curas milagrosas no existan. Muchos, en su buena fe, pueden creer que su propia cura haya sido milagrosa sin que realmente lo sea, pero una cosa no quita la otra. Que 10 locos vengan a decirme que no existen las papas no significa que dejaré de creer en su existencia. ¿Se entiende?

En tal sentido, se escucharon testimonios sobre la presencia divina de Dios para uno u otro problema o afán personal, mientras que los que se presentaron como incrédulos, como fue el caso del periodista radial Enrique Vargas Peña, rebatieron esas ideas al punto de ironizar esas historias de fe. >> (Aqui el gran respeto de la sociedad liberal: como me encanta la modernidad, me da tantos buenos ejemplos que seguir...)

Para mí… las religiones –fundamentalmente la Católica y ciertas congregaciones mal llamadas protestantes- solo se aprovechan del miedo. Ante el temor hacia la muerte y con el deseo de superar el dolor y el sufrimiento que sobrellevamos ante ciertos problemas de la cotidianeidad, venden la fantasía de una mejor vida, tras el paso sacrificado por la tierra.
>> No la vendemos un pomo. Nos hubiera encantado que las cosas terminarán en esta vida: hubiera sido todo más divertido. Pero no podemos menos que arriezgar nuestra propia vida anunciando lo que hemos visto y oído. Además -y he aquí el argumento- pensar que nuestra vida termina en este mundo -como insinua el periodista- es muy peligroso, pues, en primer lugar nos colocaría en una situación de cero justicia: ¿que sentido tendría ser buenos y justos sin no hay una justicia superior que nos requiera cuentas? Yo podría matarte sin que eso le importe a nadie. Pero si hay retribución en la otra vida, entonces mi vida actual deberá ser responsable y meritoria. Además, si pensás que esta vida es todo lo que tenemos, no me extraña que muchos anden como animales en el desenfreno de sus pasiones (no explicaré el término pasiones porque es un tema básico de sabiduría multisecular).


No obstante, hay buenos religiosos, conozco a varios que se merecen mi respeto y admiración. Sus conductas son testimonios de vida. 
Pero sus vidas no son el resultado de una mera cuestión natural. Todos estos "religiosos admirables" reconocerán sin lugar a duda que su fuerza no les viene de su capacidad natural, sino que tienen Auxilios Externos para ser tan "admirables". Si no me lo cree, que se los pregunten.

Sin embargo, son las religiones, como institución de imposición social y moral, las que generan una estafa, una gran estafa.
Sí, las religiones estafan a la gente. 
>> Estafa: Delito consistente en provocar un perjuicio patrimonial a alguien mediante engaño y con ánimo de lucro. ¿Alguna vez Ud. vió algún perjudicado en su patrimonio por los "engaños" de las religiones? En especial me refiero a la católica, porque no puedo igualar a la católica con las demás que son recortes de esta. Lo de ánimo de lucro, no dudo que algunos lo tengan: yo mismo conozco a varios. Pero no veo el ánimo de lucro en las innumerables instituciones -centenarias algunas- que ayudan a educar y madurar a los pueblos. La Iglesia -aunque a más de une le cause roncha lo que diré- ha protagonizado la constucción de la civilización occidental con toda su capacidad técnica y su libertad. Así que, yo no veo ninguna estafa. La estafa es la hipocrecía de querer extirpar a la Iglesia con tamaña ingratitud repleta de caradurez como si esta no haya formado a sociedades enteras. La gratitud y el reconocimiento no es un virtud muy apreciada por la modernidad.

Tratan el aborto como homicidio en todos los casos, 
>> Lo es considerando la vida inocente que se trunca. 
 
imponen un infierno para las parejas que desean el divorcio, 
>> La religión no impone, solo te cuenta lo que Dios ha dispuesto.


desprecian a los homosexuales, 
>> No los desprecian, les quieren evitar malos ratos.


bautizan a los niños, que no tienen poder de decisión sobre un asunto tan personal y de extrema delicadeza.
>> Cuando tu hijo tenga que ir a la escuela, no le obligues. Espera a que tenga mayoría de edad para decidir si quiere estudiar o hacerse un ladrón. La imposición de la educación es un atropello a la libertad de los niños que no pueden decidir ni siquiera donde sus padres los tienen que mandar a estudiar.


Impensadamente rechazan el uso del preservativo, que limita la cantidad de hijos y evita enfermedades mortales como el SIDA.
>> Seguro. Mirá las estadísticas en Africa e investiga en qué país se han reducido los casos de SIDA y verás que no es por el uso del preservativo sino por la abstinencia. Te quiero contar que el que usa preservativo se vicia en el sexo y, como viciado está, un día no le preocupará mucho el preservativo y... voilá! otro contagiado.

Además ocultan, bajo los códigos canónicos, las graves denuncias de violación sexual, homosexualidad y filiación de los sacerdotes para preservar la supuesta imagen de Iglesia santa. En Paraguay abundan estos hechos, que merecen ser castigados con penas de cárcel.
>> Gracias por la generalización. ¿No era que existía religiosos ejemplares? Ahora resulta que todos lo ocultan. ¿Y los honestos? ¿Y los dedidados, responsables y sacrificados? Parece que nos olvidamos. Pero es muy común el de usar la inconducta moral de algunos -muy pocos- miembros de la Iglesia para atacar su mensaje. Ahora resulta que porque el profesor de matemáticas se equivocó 2+2 ya no es igual a 4. Es la incoherencia pos moderna. Muy común.


En el caso especial de los católicos, imponen el celibato a todos los sacerdotes, sin que esta medida tenga sustento bíblico, 
>> Ignorancia bíblica galopante. Algunos se hacen eunucos por el Reino de los Cielos. El que pueda entender que entienda (no doy la cita para hacer trabajar un poco a los interesados).

también por convertir a la Iglesia en una burocracia titánica, totalmente opuesta a la simplicidad que enseñó Jesucristo. O si no… díganme, qué tan sencillo es llegar al Papa…
>> Si, claro. La última vez que fue sencillo legar al Papa un loco turco casi lo mata a tiros. Además, un hombre que tiene autoridad casi mundial no es un vendedor de galletitas de la esquina. No seamos tan ridículos, por favor.


Lamentablemente las religiones desprecian a las mujeres al ubicarlas en un lugar muy por debajo del varón e ignorando el principio de igualdad.
>> El sacerdocio -que es a lo que se refiere el periodista- no es un derecho, tampoco una profesión ni un cargo público. Es un don de Dios y se realiza por expresa voluntad de Jesucristo. Si no le parece, reclámele al mismo Jesucristo de porque no le hizo sacerdotiza a su misma madre o a las otras mujeres. No es una cuestion de la Iglesia sino del mismo Cristo. Si llegas al cielo podrías reclamarle.


Los sacerdotes convierten sus homilías en un espectáculo de masas, en un gran circo del engaño, como ocurre, por ejemplo cada 8 de diciembre en Caacupé. Hábilmente ocultan la ignorancia tras una cortina de discursos populares que están vacíos de mensajes sinceros.
>> Bueno, eso es cierto. Lastimosamente muchos sacerdotes y obispos no hacen más que predicar de política y problemas sociales en vez de hablar de las verdades eternas y llamar al pueblo a la conversión. En algo tenés razón. 


Y podría seguir argumentando, pero ya vale estos puntos para concluir, reiterando que –para mí- las religiones solo engañan a la gente, bajo la presión del miedo de ir a parar al infierno, si no se cumple con el castigo de arrastrar las cadenas de la opresión para llegar al cielo.
>> Yo no veo en la religión ninguna opresión. Al contrario, son la gran liberación del hombre oprimido por el pecado. Pero eso sólo lo verán los que quieran verlo. Aunque sé que tarde o temprano el hombre se depara con la verdad que no quizo ver.


Ojalá… Santi González y Guille Grance, periodistas que con tino abordan cuestiones de interés nacional, le den una continuidad en su programa televisivo: “Algo anda mal”, a este tema, que requiere seguir en debate, que siempre echa luz sobre las religiones.
>> Luz negra, querrás decir. No es posible debatir sobre religiones haciendo uso de la ignorancia. Usar de suspicacia no es tener tino. Para hablar sobre religión hay que saber al menos un poco de lógica, el pensamiento en su estrucutra básica, sino, cada uno saca las conclusiones que quiere siguiendo sus traumas personales. 

Todavía está para nacer un periodista que se anime a encarar la verdad desde el lugar de la verdad y no que hable de las religiones con un contenido "políticamente correcto". La verdad no siempre es políticamente correcta. Estos periodistas solo dicen lo que a las masas les gusta. Panis et circenses.

¿Qué se siente antes de la ordenación Diaconal?


Les parecerá medio cursi que yo escriba este post respondiendo a la pregunta del título. Sin embargo, es una pregunta que todo el mundo me hizo en el día de hoy (un día antes de mi ordenación diaconal). Pues bien, quiero escribir esta reflexión para recordarlo después, con los años, cuando ya tenga mucho de sacerdocio, como fueron los días previos a mi ordenación.

En primer lugar, es bueno que sepan que a veces Dios le quita a uno todos los consuelos y auxilios sensibles dejándole únicamente lo mínimo necesario como para sobrevivir en la virtud. Todo esto con el fin de probar (en el sentido de purificar) y madurar nuestra fe y confianza en Él. A se le ocurren pensamientos de incertidumbre y perturbación ¿no es el hombre fragil y miserable? pués el seminarista es sólo un hombre más y también es víctima del Demonio como cualquier hijo de vecino. A uno se le ocurre pensar que no es digno y que en cualquier momento llegará el Superior a decirle: "Che, no servís. Mejor te vás a tu casa y pensá en otra vida" ¿Y qué vas a hacer? Pues obedecer y qué se yo que puede pasar después. Y no hace falta que haya fallas externas ni pecados graves; basta únicamente que al Demonio se le ocurra esa tentación y entonces comienzan los tormentos interiores.

Pero recuerdo con toda alegría el día en que mi querido y venerable formador, el P. Carlos Urrutigoity, me llamó para decirme lo siguiente -estaba yo con el corazón entre las manos esperando cualquier cosa-: "Miguel, serás ordenado Diácono de la Santa Madre Iglesia..." Como esbocé en ese instante una diminuta sonrisa que él alcanzó a ver, añadió: "¡¿De qué te reís? No pienses que sos digno ni que estás listo. Uno nunca está lo suficientemente listo para recibir un don tan grande" Pero el anuncio ya estaba hecho, y el Demonio tuvo que retirarse derrotado porque había fallado en su misión una vez más: no había logrado apartar a un hombre con vocación del camino que Dios le había indicado. Si hay algo que hace que el Demonio y los demás enemigos del hombre huyan despavoridos, es un alma que se decide por hacer la voluntad de Dios.

¿Qué se siente unas horas antes de dar un paso tan grande? Pues nada. No se siente nada. Es cierto que uno está "hyper contento", y como que casi se muerde las orejas de tanta sonrisa. Pero aparte de eso, nada. Nada en especial. Porque la gracia no es sensible, sino efectiva.


¿Qué se pasa en la cabeza de uno en estos momentos? También nada. ¿Saben por qué? Porque ya lo pensó durante demasiados años. Y era este momento el que estuvo esperando durante todo este tiempo. Si no era lo suyo, ya se hubiera ido. Pero como Algo le impulsaba a uno a seguir para adelante, aunque nada fuera seguro, entonces seguía firme sin desfallecer.

En este momento tan importante, pienso en los compañeros que ya no están. Siento por ellos. Recordarán los buenos años del seminario: oración, estudio, trabajo y comunidad. No tendrán en la vida otra experiencia mejor. Y pido a Dios por ellos, para que al menos sean fieles a la fe y la moral cristianas. Que no vayan a llevar una vida completamente contraria a la que los cristianos estamos llamados a vivir. Que sean cristianos ejemplares y que pongan en alto el buen nombre del seminarista, como hombre de Dios que busca la voluntad de Dios. Lastimosamente, se que muchos están lejos de estas intenciones. Pero igual pido por ellos.

Pero más doy gracias, porque pienso en los muchos que empezamos y en los pocos que terminamos, y me da alegría el saber y experimentar que soy uno de los llamados por Dios y que mañana escucharé de boca del Obispo aquella verdadera "vocatio", la verdadera vocación o llamada a recibir el sagrado Diaconado: "Acérquense los que serán ordenados Diáconos..." Qué pocos somos llamados y qué indignos somos de serlo. Me alegra que Dios no mire mis miserias ni infidelidades para llamarme a tan alta dignidad. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

¿Y el célibato? ¿No es dificil? ¡Si! Es muy dificil. Imposible diría yo. Pero con la gracia de Dios, todo lo puedo. Lo puedo todo... si Dios me ayuda. Y ¿no me dará su auxilio si le pido con humildad y devoción? Pués sí que lo hará como lo hizo con tantos otros. Si otros lo pudieron -como diría S. Ignacio de Loyola- yo también lo puedo (e Ignacio se hizo santo).

Finalmente, y para no hacer este escrito largo y cansón, quiero responderles sintéticamente la pregunta del título: No se siente nada aparte de nuestra pequeñez, y eso nos deja felices, porque no alcanzamos la meta por nuestros méritos, sino porque Dios es grande y porque Él así lo quizo.


Recen por mí para que sea un fiel ministro de los misterios de Cristo.

¡Fuera Corpus Christi!


Como ya nací en la época del pos-concilio, el ambiente eclesiástico que me toco vivir fue el del más absoluto caos eclesiástico. Pero como no conocía otra cosa, no caí nunca en la cuenta de lo que significaba todo lo que veía. Jamás me llamó la atención la ausencia del hábito eclesiástico en los clérigos, ni las músicas rock en las misas, ni las prédicas modernistas y sencibleras, sino que, muy por el contrario, eran cosas que me gustaban y agradaban en grado sumo.

Tampoco me llamaban la atención la casi inexistencia de fiestas religiosas entre semana. Al menos en Paraguay, algunas se conservan pero otras ya fueron trasladadas al domingo. Hoy soy seminarista (a punto de ser Diácono, porque el domingo me ordenan) y caigo en la cuenta del tremendo problema este de sacar las fiestas religiosas de un pueblo. Y es que un pueblo sin fiestas religiosas es un pueblo sin religion, y un pueblo sin religión es un pueblo sin moral. Si bien en Paraguay todavía el pueblo se mantiene muy religioso, al menos en el interior, en la capital ya se respira un aire de agrio laicismo, una especia de movimiento solapado pero insistente para arrinconar la fe simplemente al ámbito privado -y que nadie lo sepa si es posible.

Y así vamos. Si seguimos a este ritmo, dentro de unos 10 años tendremos los mismos problemas que en España. Me animé a escribir esto luego de leer el posto de Bruno Moreno sobre la fiesta del Corpus en Madrid. Y me di cuenta de que aquí también estamos llegando a esos niveles.

La fiesta del Corpus Christi ya desde hace años que fue quitada del calendario civil en Paraguay. Y con ello, se ha eliminado de la memoria del pueblo católico fiel la imagen de la certeza de la fe en la Presencia Real. Y lo peor de todo no es eso de que el gobierno haya sacado la fiesta de Corpus Christi del calendario civil, lo peor es que nadie hace nada como si no fuera realmente importante. Parece como que los fieles católicos en Paraguay han perdido la fe en Cristo presente en la Eucaristía. Y esto no es un exagero. Ya escuché a más de uno comentar la locuras que le dijo algún sacerdote en la confesión respecto a los sacramentos.

Pero, como bien dijo Bruno, no es que nos marginen a los católicos de la vida pública, sino que nosotros mismos nos marginamos de la vida pública porque creemos que es un terreno demasiado sucio para nosotros. Lo que lograremos será que finalmente nos arrinconen a las iglesias (si es que nos dejan tener alguna) y nos prohiban de hablar siquiera de nuestra fe.

Hace falta buenos católicos nuevamente que se influyan en la vida pública y política de esta nación y en muchos otros países. Y si hay que perder la vida, pues para eso estamos.

Para adorarte en espíritu y DE VERDAD



Pena que después de mucho tiempo tendré que volver a escribir pero con una queja entre las manos. Yo sé también que este tipo de comentario me hará terriblemente impopular. Pero "soy amigo de Sócrates, pero más amigo sy de la verdad".

No es, sin embargo, una simple queja, sino que "el celo de tu casa me consume". No puedo soportar ver tanto descontrol y tanta falta de sentido en lo que veo, sobre todo en referencia a la liturgia, centro de nuestras vidas.

Antes de comenzar, quisiera aclarar en sencillas y no tan doctas ni rebuscadas palabras por qué la liturgia es centro de nuestras vidas y de la Iglesia:
  1. Porque es el sacrificio de Cristo, perpetuado por los siglos, dejado por Él mismo para hacernos partícipes de su vida divina. Eso significa que el sacrificio eucarístico no es un invento humano ni mucho menos, sino que es prefiguración de la liturgia divina, un pregustar de las cosas del cielo -que por eso mismo no tienen mucho que ver con nuestras modas ni gustos mundanos-.

  2. Porque podemos decir -contrario a los protestantes- que Jesucristo realmente está presente en la Eucaristía. Eso significa que si bien el no se preocupa con nuestro porte externo, eso no significa que nosotros no debamos preocuparnos por eso. Yo estoy seguro que el Papa no se preocupará por verme en ropa deportiva o muy corta para recibirme en su despacho, pues sé que es humilde; pero yo sería un total idiota si me presentara así delante de él. ¿Cuánto más delante de Dios?

Considerando estas dos cosas, debo decir que hoy vemos cada vez más un abuso increible de confianza y cercanía a Dios. Ya nadie lo respeta. Esta cuestión de la "religión del corazón" está llegando cada vez más a límites insospechados, y lo vemos directamente en la liturgia. La liturgia no debería solo comprometer al corazón, sino a todo el cuerpo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Pero al ver tanta flojera en el cuidado de la liturgia, en el porte exterior, en las "cosas de arriba", no parece que estemos amándolo con todas nuestras fuerzas.

En la fotografía de arriba: una mujer con los pechos semi afuera, recibiendo la comunión de una ministra de la comunión desde un copón que más bien parece uno de aquellos vazos de aluminio para tomar cerveza en un pueblucho del interior. Nada de solemnidad, nada de cuidado, nada de adoración. ¿Qué está ofreciendo la ministra? ¿Algún tipo de galletita o biscochuelo? ¡No señor! Es el Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo. A los magnates y principes de este mundo los sientan en los primeros puestos, pero a Cristo se lo recibe en la mano, sin actitud reverente, sin solemnidad; se lo sostiene en cualquier recipiente y lo dá cualquier persona.

Pero para que no crean que soy un tradicionalista agrio. La siguiente fotografía muestra una misa celebrada en Summer Beats (una fiesta gigantesca de DJs católicos organizada en Brasil) donde se ve bastante más cuidado y atención. Me gustó. Y me parece más digno.



Pero volvamos a la primera fotografía. Pregunto ahora: Si Cristo está presente hasta en las partículas de la eucaristía, ¿saben que va a pasar después con las partículas que quedan en la mano de esta mujer? Pues Cristo Eucarístico irá a parar en el lugar donde esta mujer coloque la mano. ¿Y si se cae al suelo? Y nadie lo recogerá hasta que se quede pegado a la suela del zapato de alguien. ¿Y si se lo lleva al cabello con las manos? Y la partícula del cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo quedará ahi hasta que sea barrido con la ducha del baño y vaya a parar al desagüe. Y no estoy exagerando. Gracias a Dios que el pan eucarístico, cuando deja de ser pan -unos minutos despues de mojarse- deja de ser Cuerpo de Cristo. Dios es sabio y eso me consuela.

El Celo por tu casa me consume y no puedo estar tranquilo mientras vea como el pueblo de Dios no descubre la grandeza de su tesoro, la Eucaristía, porque sus propios pastores son flojos e inconsistentes, más preocupados de su fama que de su Señor. Pero hasta aquí con el tema.

Que Dios nos bendiga y no conduzca a su monte santo, para que conociéndolo como és podamos adorarle en espíritu y "de verdad" (error voluntario).

Acerca de mí

Soy Sacerdote, misionero de la Comunidad Misionera de Jesús.


El lema de mi Comunidad y el mío personal es:
Ad omnia semper paratum
(Estar dispuesto siempre y para todo).


Mi mayor deseo es ser luz del mundo: Vos estis lux mundi (Vosotros sois la luz del mundo)


Comunidad Misionera de Jesús
www.CMJesu.org
2009