Bienestar no es igual a bendición

Bienestar no es igual a bendicion

La paz sea contigo.

A veces caemos en la tentación de creer que cualquier obra progresa en la medida en que alcanza más logros —materiales o de cualquier índole humana— y nos engañamos pensando que Dios nos bendice en la medida en que aumenta nuestro bienestar. Así, pensando en esto, acabé encontrando el sitio web de un pastor evangélico muy reconocido; en el narraban las experiencias de un evento llamado “Noche de Gloria”: milagros, curaciones y liberaciones. Al inició estaba escéptico, luego asombrado para luego terminar entristecido. Miles de personas en aquel estadio buscando un Dios “farmacia”. Todos van en busca de su propio bienestar y si se acercan a Dios es pidiendo su ayuda para salir de tal o cual problema. Casi nadie se acerca a Dios para rendirle culto, para darle la gloria que se merece o, en otras palabras, para reconocerle como Dios y creador. Casi Nadie. Y si se la da es para que acto seguido le pida algo en cambio. Todo esto se transforma en un gran negocio egoísta donde Dios se reduce a un vendedor de balcón que debe atendernos bien o “nos borramos” —nos vamos.

Pero la gracia no se puede medir por el bienestar material que tengamos, pues de ser así, Jesucristo hubiera sido el más desdichado de todos. Nació en un establo entre animales, vivió pobre y, aún siendo el Rey del Universo, trabajó como carpintero para ganarse el pan de cada día; cuando inició su ministerio público muchos no le comprendieron, le acusaron de actuar con el poder del demonio y de influir negativamente en el pueblo, finalmente terminó siendo asesinado de la peor y más humillante forma conocida entonces. Y pensar que en su bautismo Dios Padre dijo de Él que era “su hijo amado, el predilecto” (Mt 3,17). No creo que se haya equivocado.

La gracia de Dios se mide por la unión con Él. El más bendecido, el más prospero, el más amado, el más feliz… es el amigo de Dios, aunque sea un indigente colector de latitas. La unión con su creador hace al hombre realmente digno y pleno. En vano se afana en buscar fama y honor si al fin y al postre —como decía mi madre— no está unido a Dios. Soy mejor y más feliz, soy más humano y más hijo de Dios si estoy unido a Él. “Sin mí nada pueden”(Jn 15,5) dice el Señor. Puedo tener mil problemas, mil contrariedades, pero si estoy unido a Dios nada podrá socavar las fortalezas de mi vida, pues si Dios es “la fortaleza de mi vida, ¿de quién he de atemorizarme?”(Sal 27,1).

Dios te bendice aún en las adversidades. Te bendice y te cuida aunque todo se venga abajo. No porque las cosas se pusieron muy difíciles significa que Dios te haya abandonado. Al contrario, es ahí cuando más cerca de ti está. Creemos que le encontramos en la paz de una acogedora capilla pero desperdiciamos la oportunidad de encontrarle también en el fragor de la batalla, en las lágrimas de una decepción, en el arrepentimiento de algún error, en las cenizas de un fracaso o en la paciencia con los defectos ajenos. Recuerda que nuestra salvación ha nacido del mayor mal moral de la historia: la muerte del Hijo de Dios y quizá la mayor gracia de tu vida puedas encontrarla en el peor sufrimiento que puedas experimentar.

En todo lo anterior, no cuenta nada más que la unión con Dios. Sufrimiento lejos de Dios es sufrimiento en vano, pero un sufrimiento que se vive con Dios es sufrimiento redentor, sufrimiento verdaderamente liberador. Si alguna vez quisiste liberarte o sanarte de algo, posiblemente ese sufrimiento del que siempre huiste sea el remedio que necesitas. ¿Ya pensaste? Porque lo que vale no es la prosperidad de la paz, sino la unión con Dios.

Que Dios te bendiga.

Acerca de mí

Soy Sacerdote, misionero de la Comunidad Misionera de Jesús.


El lema de mi Comunidad y el mío personal es:
Ad omnia semper paratum
(Estar dispuesto siempre y para todo).


Mi mayor deseo es ser luz del mundo: Vos estis lux mundi (Vosotros sois la luz del mundo)


Comunidad Misionera de Jesús
www.CMJesu.org
2009